Vistas de página en total

viernes, 4 de febrero de 2011

Uruguay País envejecido

Lenta, pero sistemática e inexorablemente nuestra población va envejeciendo. Hoy por hoy es la más envejecida de Latinoamérica y el Caribe.

Mientras que nuestra población incluye un 13.4 % de personas mayores de 65 años, el promedio del resto de Latinoamérica y el Caribe es del 6 %. En aquel 13.4 % hay predominancia de mujeres, que se acrecienta con el paso de los años, a más edad más cantidad de mujeres.

Nuestra población tiene un ritmo de crecimiento bajo, a pesar de que la tasa de fecundidad media (1,9966) es muy parecida a la de los países desarrollados, con una tasa de natalidad del 14.5 % y de mortalidad del 9.39 %. Si manejamos solo estos porcentajes, inferimos que hay otros guarismos cuya incidencia es fundamental.

Si hacemos un repaso de algunas estadísticas nos encontramos con que en los primeros treinta años del siglo pasado nuestra población se había duplicado, puesto que en el 1900 era de 925.884 personas y en el 1930 había superado los 1.875.000, debido fundamentalmente a corrientes migratorias de origen europeo de posguerra.

Esas corrientes migratorias decrecen, con un leve repunte en las décadas del 40 al 60 para revertirse a partir de 1970, con un pico en el 1975, año en que Uruguay pierde un 12 % de población por emigración de nuestros ciudadanos.

A partir de ese año una emigración sostenida, pasa a ser un componente fundamental en la composición de nuestra población.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, tomando los períodos intercensales nos encontramos con que entre los años 1963-1975 emigraron 185.710 personas, entre 1975-1985 fueron 122.804, entre 1985-1996, 68.170 y entre 1996-2004 fueron 95.500 (estimados por DNE) o 108.000 (estimado por DNM).
Haciendo caso omiso a la discrepancia entre la Dirección Nacional de Estadísticas y la Dirección N. de  Migraciones y teniendo en cuenta que ambas debieron estimar las cifras por no existir registros, concluimos que hay una corriente migratoria negativa constante.

Tomando en cuenta esta situación y considerando las poblaciones establecidas según los distintos censos, si hacemos una proyección, nos encontramos con que recién en el 2015, a 85 años del momento en que sumábamos 1.875.000 uruguayos, duplicaremos esa cifra.

La natalidad es relativamente buena, la mortandad está dentro de los parámetros normales de un país desarrollado, entonces el problema está en el tercer factor que regula la población, la emigración neta, emigración menos inmigración. Pero no nos detengamos en el saldo neto migratorio, veamos su composición.

Al analizar las edades de los emigrantes nos encontramos que están situados entre los 20 y 40 años, con una predominancia muy acentuada entre 25 y 29, y 35 y 39 años, o sea que se nos van los jóvenes, terminan su preparación académica y se van, o simplemente lo hacen porque Uruguay no les ofrece perspectivas de vida atrayentes.
¿Cuál el resultado primario?, se están quedando los menores, un gran porcentaje en espera de llegar a una edad adecuada para emprender la aventura y los mayores, ya sin muchas posibilidades de inserción en el extranjero.

Volviendo a las estadísticas oficiales, en 1908 teníamos 41 % de población menor de 15 años y un 3 % mayor de 65, mientras que en el 2000 estos guarismos son 25 % y 13 % respectivamente.
Analizando la forma que toman los gráficos de la distribución de población por edades a lo largo del siglo, vemos un claro indicador de este proceso. Si al principio de siglo formaba una pirámide de base muy ancha, formada por los habitantes menores de 15 años y una cúpula estrecha formada por los de mayor edad, hoy se ha retangularizado de tal forma que la base se ha estrechado mientras que presenta una cúpula exageradamente ancha. Por otra parte el descenso de la mortalidad coadyuva al ensanchamiento de la cúspide.

Todo este proceso nos llevará ineludiblemente a un agravamiento de la relación potencial de dependencia, o sea que el núcleo de población inactiva, dependiente de la activa, presenta una tendencia a un aumento sostenido. Pero lo grave es que estará compuesta cada vez más por mayores de 65 años y cada vez menos de menores de 15.
Sería interesante analizar el proceso de la relación potencial de dependencia, pero por sus diversas implicancias y su complejidad merecerá un artículo aparte. Ya lo abordaremos.

¿Cuál es la solución a este problema? No lo sabemos, pero suponemos que al estar tan claramente identificado, deben terminarse con los diagnósticos y dedicarnos seriamente a la búsqueda de revertir esta tendencia. Quizá deba analizarse el porqué de la emigración de jóvenes, que quizá no encuentran un Uruguay atractivo para desarrollarse.

En base a estadísticas y censos de la Dirección Nacional de Estadísticas y de la Dirección Nacional de Migraciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario