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martes, 11 de noviembre de 2014

Oclocracia

Por considerarlo de total vigencia, volvemos a publicar nuestro artículo de fecha 29/05/2011:

Quizá muchos compatriotas, no tengan la más mínima idea sobre el significado de esta palabrita.  Pero, lamentablemente es hora que empecemos a averiguar sobre ella.

Por su terminación "cracia", muchos inferirán lógicamente, que se refiere a una forma de gobierno. Es así y yo agregaría: una forma catastrófica de gobierno. Veamos.

Según Aristóteles, es una de las tres formas específicas de degeneración de las formas puras de gobierno. (Las otras serian la tiranía y la oligarquía).

Según el Diccionario de la Real Academia Española es "el gobierno de la muchedumbre o de la plebe’. Etimológicamente, La palabra griega OKHLOKRATÍA, formada por el sustantivo "ho ókhlos" (‘muchedumbre desordenada’, ‘turba’, ‘pueblo’, ‘plebe’, ‘populacho’…) y la terminación -kratía (‘gobierno’), está documentada en nuestra lengua desde principios del siglo XX.

Volviendo a Aristóteles, la democracia es el gobierno del pueblo que con la voluntad general legitima al poder estatal, y la oclocracia es el gobierno de la muchedumbre, es decir, la muchedumbre, masa o gentío es un agente de producción biopolítica que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad viciada, evicciosa, confusa, injuiciosa o irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como «pueblo».

Polibio, llamó oclocracia al fruto de la acción demagógica y la definió como "la tiranía de las mayorías incultas aplicando un uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas". "Cuando la democracia, a su vez, se mancha de ilegalidad y violencia, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia. La oclocracia se presenta como el peor de todos los sistemas políticos, el último estado de la degeneración del poder.

Mientras que James Mackintosh. (1765-1832), filósofo escocés) en su Vindiciae Gallicae define que la oclocracia es la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del tropel, nunca el gobierno de un pueblo.

Jean-Jacques Rousseau, en el Contrato Social, define oclocracia como la degeneración de la democracia. El origen de esta degeneración es una desnaturalización de la voluntad general, que deja de ser general tan pronto como comienza a presentar vicios en sí misma, encarnando los intereses de algunos y no de la población en general, puede tratarse ésta, en última instancia, de una "voluntad de todos ", pero nunca de una voluntad general. Según Rousseau, la democracia degenera en oclocracia cuando la voluntad general cede ante las voluntades particulares, por ejemplo por artimañas de asociaciones parciales.

Pensadores tan ilustres como Aristóteles, Pericles, Giovanni Sartori, Juvenal, Shakespeare, Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville han advertido de un permanente peligro para la democracia popular: el interés de los oclócratas que ostentan el poder de hacerla degenerar en oclocracia con el objetivo de mantener dicho poder de forma corrupta buscando una ilusoria legitimidad en el sector más ignorante de la sociedad, hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores.

En el desarrollo de esta política, sólo se tiene en cuenta de una forma superficial y burda los reales intereses del país, dirigiéndose el objetivo de la conquista y al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población. La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno.

Así se mantiene un dominio sobre masas en movimiento que hacen valer sus propias instancias inmediatas e incontroladas creando la ilusión de que se impone un legítimo poder constituido sobre la voluntad popular. Sin embargo, tal y como asegura Rousseau en El Contrato Social falta la piedra angular, es decir, la voluntad general de  ciudadanos conscientes de su situación y de sus necesidades, con una voluntad formada y preparada para la toma de decisiones y para ejercer su poder de legitimación de forma plena. De esta forma, en la oclocracia la legitimidad que otorga el pueblo está corrupta, pasando el poder del campo de los políticos al campo de los demagogos.

Finalmente, muchos lo adjudican al gobierno de la gente vulgar. Otros van más allá y utilizan esta palabra para definir al gobierno de los ladrones, de la gente de mal vivir.

Si más o menos todos nos ubicamos en el tema, prestemos atención a algunos diálogos que escuchamos por ahí:

-“Qué se creen, nosotro lo'apoyamo ta, y ellos se comprometieron a darno plata”. Ahora tienen que cumplir, ta!” 

-"Mandamo nosotro"

-"Me lo mandó a la dirección, que se cree la loca esa, a mi hijo nadie lo prepea. Si se hace la loca, la maestra esa, la cagamo a palo. No pasa nada loca, mandamo nosotra.

-"¿Que mirá milico?... acá mandamo lo chorro.

Creo que es más que suficiente, pueden continuar una larga lista.

Pero no podemos detenernos en la lista o tomar con indiferencia estas situaciones. El momento es muy complicado en nuestro País y si nos tomamos un poco de tiempo en analizar someramente las actitudes de nuestros gobernantes nos encontraremos, que si ya no estamos en oclocracia, estamos por pasar el umbral. 

El retorno será tan complicado o más, como la salida de la dictadura.