Uruguay
y su posición desde la visión de la izquierda internacional
Nuestro País se caracteriza por contar
con una democracia sólida, a pesar del período comprendido entre el 27
de junio de 1973 y el 1 de marzo de 1985 de la dictadura cívico-militar.
Nos respaldamos en una Constitución Nacional,
que si bien ha tenido algunas modificaciones, mantiene la división de Poderes y
establece derechos y obligaciones que aseguran la Democracia, el Republicanismo
y la Libertad con los límites imprescindibles para asegurar las garantías de
interés general, pues como lo manifestara el Gral. Artigas “Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el
freno de la Constitución puede afirmarla”.
Incluso en los quince años de
gobiernos de izquierda, presididos por el Frente Amplio, a pesar de la pésima
administración de los dineros públicos, asistencialismo desmedido sin ninguna
contrapartida, descontrol en los gastos del Estado, actos de corrupción
comprobados y algunos supuestos o en investigación, la democracia sigue
fortalecida. A la vista están los sucesivos traspasos de gobiernos realizados
sin obstáculos o mayores inconvenientes, luego de restablecido el control
político acabada la dictadura.
Junto a Ecuador y Paraguay en
América del Sur, son de momento los únicos países con gobiernos liberales de
centro derecha, con libertad de mercado, sin restricciones en la propiedad
privada, pero es evidente que estamos en la mira de la izquierda internacional.
Por ello, luego de analizar la situación de nuestro País, veremos que ocurre en
Ecuador, tal como lo consignáramos en nuestra segunda nota al tratar el tema de
Chile.
Nuestra sólida democracia no ha
sido permeable a ciertas directrices del Foro de Sao Paulo, pero siempre hemos
tenido el asedio de sus cultores. La cúpula sindical dirigida por el Partido
Comunista de Uruguay, que ha cooptado la dirección del Partido Frente Amplio
transformándolo en su brazo político, la proliferación de “movimientos
sociales” muchas veces de pequeños grupos que se dicen representativos de
comunidades (raciales o étnicos, feministas radicales, LGTB, etc.) que en sus
manifestaciones lo menos que reclaman son sus derechos, centrándose en temas
políticos e ideológicos afines a la izquierda internacional.
Hemos superado una pandemia que
sigue causando estragos en la mayoría de los países del mundo, con políticas
sanitarias de alto nivel, con medidas, la mayoría analizadas y sugeridas por un
grupo de más de cincuenta científicos de primer nivel (GACH), vacunas obtenidas
y aplicadas en base a un plan que rindió excelentes resultados. El Gobierno a
pesar de la pandemia ha obtenido resultados impensables en materia de
recuperación del producto, la actividad y el empleo y bajar un déficit fiscal
que presentaba guarismos preocupantes. Ha encaminado al País en una ruta de
crecimiento, con políticas de promoción de la inversión privada y la apertura
al mundo.
Sin embargo, la oposición se
vuelve cada día más radicalizada de la mano de la central sindical y su brazo
político el Frente Amplio, tratando permanentemente de dificultar la tarea del
gobierno, aplicando a rajatabla las exhortaciones del Foro de Sao Paulo de
movilización continua y creación de conflictos.
Por esa política
desestabilizante, en los últimos meses podemos recordar la paralización de
ANCAP dejando como resultado una avería que detuvo parte de la producción por
alrededor de diez días con pérdidas millonarias para el Ente; dos paralizaciones
en los puertos del País, con la pérdida de exportaciones e incremento en costos
de fletes por importaciones transportadas por buques que no pudieron descargar;
el sindicado de CONAPROLE, lleva varios meses de conflicto, con paralizaciones
por sectores, medidas distorcivas, a veces generales, con amenazas de obstruir
las exportaciones, han dejado a la población con carencia de productos y a los
tamberos en situaciones de inestabilidad; por citar los que más perjuicios han
causado tanto a la población como a la economía del País, además de los paros
generales y parciales resueltos por el PIT-CNT, por motivos tan ridículos, que
se pueden catalogar de simple gimnasia sediciosa.
Gracias al apego irrestricto a la
Constitución del Gobierno Nacional, no se producen enfrentamientos con las
fuerzas del orden, de lo contrario la triste frase de Nicolás Maduro sobre sus
acciones acordes a las disposiciones del Foro de Sao Paulo, serían aplicables a
nuestro País. Esperamos que la calidad republicana del gobierno y la cordura de
la población nos alejen de una tan desafortunada situación.
Para completar una visión general
de la situación de Latinoamérica veamos que está pasando en Ecuador:
Pocos días antes del estallido en
Chile, Ecuador vivía también serios problemas. El gobierno de Lenin Moreno
debió enfrentar una ola de protestas por la aplicación de políticas económicas
dictadas por el FMI. Hubo de decretar por parte del gobierno estado de
excepción, luego toque de queda y su traslado a la ciudad de Guayaquil. Se
dieron cruentos enfrentamientos entre la Confederación de Nacionalidades
Indígenas (CONAIE) y la policía. Finalmente por mediación de la ONU y la
Iglesia Católica se llegan a la finalización transitoria del conflicto.
En plena pandemia de COVID 19, con
varios meses de cuarentena (Marzo-Setiembre/2020), seguidos de otros de
restricciones, se dan varias denuncias de corrupción renunciando varios
funcionarios del gobierno y dando forma a un nuevo caldo de cultivo para la
conmoción social. El 24 de mayo de 2021 asume la Presidencia Guillermo Laso
candidato de la alianza del Partido Social Cristiano y el Movimiento Creando
Oportunidades (CREO), ambos de centro derecha.
Si bien el nuevo gobierno tuvo poco
más de un año de paz social, el CONAIE promueve un nuevo estallido social en
junio de 2022 (18 días de caos, 6 muertos, más de 500 heridos, comestibles
secuestrados en las rutas, comercios destruidos por la turba). La advertencia que Leonidas Iza, líder
de la CONAIE emitiera con su temeraria frase “comunismo indo-americano o
barbarie” se cumplió, hubo barbarie.
Desde
la Universidad Central de Ecuador que albergó a los violentos, uno de los líderes indigenistas vociferaba amenazando: «Si la ciudad tiene
que morirse de hambre, que se muera»
Además de los 6 muertos
civiles, hubo por lo menos un soldado muerto y varios heridos, algunos de
gravedad, cuando se dirigían a liberar los camiones de suministros y fueron
emboscados por los sublevados.
Finalmente, luego
de varios contactos entre gobierno y sublevados, bajo la condición impuesta por
la CONAIE, de suspender el estado de excepción y retirar soldados y policías de
las calles, se llega a un acuerdo y la población indígena inicia el retorno a
sus lares.
Las movilizaciones de 2019 fueron en contra de
las medidas sugeridas por el FMI, las de junio de 2022 por trabajo, mejores
remuneraciones y contra la carestía por la suba de los combustibles. Por el
momento se aquietaron las aguas, pero seguramente no por mucho tiempo,
considerando que Ecuador tiene un gobierno liberal.
Como corolario de
la situación en América Latina, debemos considerar brevemente la situación de
Brasil, el país más extenso y de mayor población del Continente y Argentina
nuestro vecino del oeste.
Brasil con
profundas diferencias sociales, un alto nivel delictivo liderado por poderosos
grupos que se disputan territorios para el narcotráfico, atraviesa aún la
pandemia de COVID 19 sin una política estatal definida para combatirla,
transcurre el gobierno de ultra derecha de Jair Bolsonaro, que seguramente se
enfrentará en 2024 al Partido de los Trabajadores con Lula Da Silva al frente.
Según encuestas realizadas el candidato favorito es Lula. Veremos qué pasa.
Mientras tanto
Argentina, navegando en ese extraño Peronismo-Justicialismo-Kirchnerismo, tremendamente populista, con
un profundo enfrentamiento entre el Presidente Alberto Fernández con su
Vicepresidenta Cristina Fernández, atraviesa una crisis económica de
envergadura, con una híper-inflación que ya ronda el 65 % y una alta tasa de
pobreza que afecta a más de 40 % de su población, encerrada en sí misma con
escasez de divisas y elevado déficit fiscal, no deja vislumbrar un futuro
promisorio a corto plazo. En 2023 tendrá elecciones presidenciales con un
resultado difícil de predecir.
Como conclusión
final, es evidente el asedio a los países democráticos, con un fin varias veces
explicitado de convertir a América Latina en un conglomerado de Estados
dominados por gobiernos sumisos a directrices externas dictadas por la izquierda
radical internacional.
Consecuentemente
está en manos de todos defender nuestra democracia republicana, desde el ámbito
que nos sea más propicio, gobernantes y ciudadanos demócratas atentos, a los
embates sindicales y sociales radicalizados y prestos a dar la batalla
necesaria para neutralizar cualquier intento de sumirnos en el oscurantismo y
caos como viven nuestros hermanos venezolanos, cubanos y nicaragüenses, por
citar los más cruentos, entre otros.