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miércoles, 29 de abril de 2015

Aniversario para no festejar

El viernes próximo, se cumplen 150 años, un siglo y medio, de la firma del inicuo tratado que llevara una guerra atroz a la República de Paraguay, con el exterminio de más del 70 % de su población.

Efectivamente, entre la República Argentina, el Emperador de Brasil y la República Oriental del Uruguay se convenía mediante un tratado secreto, invadir a la República de Paraguay con el fin de derrocar su gobierno.

Paraguay mantenía disputas fronterizas con Argentina y Brasil, desde varios años atrás, realmente desde su declaratoria de independencia de la Confederación Argentina. El Chaco paraguayo era pretendido por Argentina y una porción de territorio al oeste del río Paraná era reclamado por Brasil, amén de hacerse de la soberanía de los ríos Paraguay y Paraná respectivamente.

Según los documentos de la época, para la concreción del tratado de la Triple Alianza, el móvil fundamental sería la conquista de esos territorios y la soberanía sobre los ríos, mientras que Uruguay, al no tener límites compartidos con Paraguay, simplemente acordaba por los compromisos particulares del gobierno de facto del Gral. Venancio Flores. Meridianamente claro lo dice Efraim Cardozo en "Paraguay Independiente" (página 208), en la frase: "Triunfante la Revolución y encargado del gobierno el Gral. Flores, la República Oriental del Uruguay, por cuya independencia el Paraguay se había lanzado a la guerra contra el más poderoso Imperio de América, daba una puñalada a su paladín y se aliaba con su enemigo, sin que mediara entre ambos países ningún motivo de discordia..." 

Como se ve los motivos que impulsaron a la guerra, eran nada dignos y el genocidio de cientos de miles de paraguayos, pesa en la historia de Argentina, Brasil y fundamentalmente Uruguay.

Para que puedan acercarse más a aquel drama, transcribimos los documentos firmados el 1 de mayo de 1865, en la ciudad de Buenos Aires:

Tratado de la Triple Alianza

Art. 1. La República Oriental del Uruguay, Su Majestad el Emperador del Brasil, y la República Argentina contraen alianza ofensiva y defensiva en la guerra provocada por el gobierno del Paraguay.

Art. 2. Los aliados concurrirán con todos los medios de que puedan disponer, por tierra o por los ríos, según fuese necesario.

Art. 3. Debiendo las hostilidades comenzar en el territorio de la Rca. Argentina o en la parte colindante del territorio paraguayo, el mando en jefe y la dirección de los ejércitos aliados quedan a cargo del Pdte. de la Rca. Argentina y general en jefe de su ejército, brigadier don Bartolomé Mitre. Las fuerzas navales de los aliados estarán a las inmediatas órdenes del Vice Almirante Visconde de Tamandaré, comandante en jefe de la escuadra de S.M. el Emperador del Brasil. Las fuerzas terrestres de S.M. el Emperador del Brasil formarán un ejército a las órdenes de su general en jefe, el brigadier don Manuel Luís Osorio. A pesar de que las altas partes contratantes están conformes en no cambiar el teatro de las operaciones de guerra, con todo, a fin de conservar los derechos soberanos de las tres naciones, ellas convienen desde ahora en observar el principio de la reciprocidad respecto al mando en jefe, para el caso de que esas operaciones tuviesen que pasar al territorio oriental o brasileño.

Art. 4. El orden interior y la economía de las tropas quedan a cargo exclusivamente de sus jefes respectivos. El sueldo, provisiones, municiones de guerra, armas, vestuarios, equipo y medios de transporte de las tropas aliadas serán por cuenta de los respectivos Estados.

Art. 5. Las altas partes contratantes se facilitarán mutuamente los auxilios que tengan y los que necesiten, en la forma que se acuerde.

Art. 6. Los aliados se obligan solemnemente a no deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así como a no tratar separadamente, ni firmar ningún tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad de todos.

Art. 7. No siendo la guerra contra el pueblo paraguayo sino contra su gobierno, los aliados podrán admitir en una legión paraguaya a todos los ciudadanos de esa nación que quisieran concurrir al derrocamiento de dicho gobierno, y les proporcionarán los elementos que necesiten, en la forma y condiciones que se convenga.

Art. 8. Los Aliados se obligan a respetar la independencia, soberanía e integridad territorial de la Rca. del Paraguay. En consecuencia el pueblo paraguayo podrá elegir el gobierno y las instituciones que le convengan, no incorporándose ni pidiendo el protectorado de ninguno de los aliados, como resultado de la guerra.

Art. 9. La independencia, soberanía e integridad territorial de la República, serán garantizadas colectivamente, de conformidad con el artículo precedente, por las altas partes contratantes, por el término de cinco años.

Art. 10. Queda convenido entre las altas partes contratantes que las exenciones, privilegios o concesiones que obtengan del gobierno del Paraguay serán comunes a todas ellas, gratuitamente si fuesen gratuitas, y con la misma compensación si fuesen condicionales.

Art. 11. Derrocado que sea el gobierno del Paraguay, los aliados procederán a hacer los arreglos necesarios con las autoridades constituidas, para asegurar la libre navegación de los ríos Paraná y Paraguay, de manera que los reglamentos o leyes de aquella República no obsten, impidan o graven el tránsito y navegación directa de los buques mercantes o de guerra de los Estados Aliados, que se dirijan a sus respectivos territorios o dominios que no pertenezcan al Paraguay, y tomarán las garantías convenientes para la efectividad de dichos arreglos, bajo la base de que esos reglamentos de política fluvial, bien sean para los dichos dos ríos o también para el Uruguay, se dictarán de común acuerdo entre los aliados y cualesquiera otros estados ribereños que, dentro del término que se convenga por los aliados, acepten la invitación que se les haga.

Art. 12. Los aliados se reservan concertar las medidas más convenientes a fin de garantizar la paz con la Rca. del Paraguay después del derrocamiento del actual gobierno.

Art. 13. Los aliados nombrarán oportunamente los plenipotenciarios que han de celebrar los arreglos, convenciones o tratados a que hubiese lugar, con el gobierno que se establezca en el Paraguay.

Art. 14. Los aliados exigirán de aquel gobierno el pago de los gastos de la guerra que se han visto obligados a aceptar, así como la reparación e indemnización de los daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas y particulares y a las personas de sus ciudadanos, sin expresa declaración de guerra, y por los daños y perjuicios causados subsiguientemente en violación de los principios que gobiernan las leyes de la guerra. La Rca.Oriental del Uruguay exigirá también una indemnización proporcionada a los daños y perjuicios que le ha causado el gobierno del Paraguay por la guerra a que la ha forzado a entrar, en defensa de su seguridad amenazada por aquel gobierno.

Art. 15. En una convención especial se determinará el modo y forma para la liquidación y pago de la deuda procedente de las causas antedichas.

Art. 16. A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites envuelven, queda establecido que los aliados exigirán del gobierno del Paraguay que celebre tratados definitivos de límites con los respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La República Argentina quedará dividida de la República del Paraguay, por los ríos Paraná y Paraguay, hasta encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo éstos, en la ribera derecha del Río Paraguay, la Bahía Negra. El Imperio del Brasil quedará dividido de la República del Paraguay, en la parte del Paraná, por el primer río después del Salto de las Siete Caídas que, según el reciente mapa de Mouchez, es el Igurey, y desde la boca del Igurey y su curso superior hasta llegar a su nacimiento. En la parte de la ribera izquierda del Paraguay, por el Río Apa, desde su embocadura hasta su nacimiento. En el interior, desde la cumbre de la sierra de Mbaracayú, las vertientes del Este perteneciendo al Brasil y las del Oeste al Paraguay, y tirando líneas, tan rectas como se pueda, de dicha sierra al nacimiento del Apa y del Igurey.

Art. 17. Los aliados se garanten recíprocamente el fiel cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá en el Paraguay, en virtud de lo convenido en este tratado de alianza, el que permanecerá siempre en plena fuerza y vigor, al efecto de que estas estipulaciones serán respetadas por la Rca. del Paraguay. A fin de obtener este resultado, ellas convienen en que, en caso de que una de las altas partes contratantes no pudiese obtener del gobierno del Paraguay el cumplimiento de lo acordado, o de que este gobierno intentase anular las estipulaciones ajustadas con los aliados, las otras emplearán activamente sus esfuerzos para que sean respetadas. Si esos esfuerzos fuesen inútiles, los aliados concurrirán con todos sus medios, a fin de hacer efectiva la ejecución de lo estipulado.

Art. 18. Este tratado quedará secreto hasta que el objeto principal de la alianza se haya obtenido.

Art. 19. Las estipulaciones de este tratado que no requieran autorización legislativa para su ratificación, empezarán a tener efecto tan pronto como sean aprobadas por los gobiernos respectivos, y las otras desde el cambio de las ratificaciones, que tendrá lugar dentro del término de cuarenta días desde la fecha de dicho tratado, o antes si fuese posible.

En testimonio de lo cual los abajo firmados, plenipotenciarios de S.E. el Presidente de la República Argentina, de S.M. el Emperador del Brasil y de S.E. el Gobernador Provisorio de la República Oriental, en virtud de nuestros plenos poderes, firmamos este tratado y le hacemos poner nuestros sellos en la Ciudad de Buenos Aires, el 1º de Mayo del año de Nuestro Señor de 1865. 
C. DE CASTRO
J. OCTAVIANO DE ALMEIDA ROSA
RUFINO DE ELIZALDE.

Protocolo:

SS. ??. los Plenipotenciarios de la República Argentina, de la República Oriental del Uruguay, y de S. M. el Emperador del Brasil, hallándose reunidos en el Despacho de Negocios Estrangeros (Sic), han acordado:

1°) Que en cumplimiento del Tratado de Alianza de esta fecha, las fortificaciones de Humaitá serán demolidas, y no será permitido erigir otras de igual naturaleza, que puedan impedir la fiel ejecución de dicho Tratado;

2°) Que siendo una de las medidas necesarias para garantir la paz con el gobierno que se establecerá en el Paraguay, el no dejar allí armas ó elementos de guerra, los que se encuentran serán divididos por partes iguales entre los aliados;

3°) Que los trofeos y botín que se tomen al enemigo serán divididos entre los aliados que hagan la captura;

4°) Que los jefes de los ejércitos aliados concertarán las medidas para llevar á efecto lo aquí acordado.

Y firmaron este Protocolo en Buenos Aires el 1° de Mayo de 1865.

CARLOS DE CASTRO,
F. OCTAVIANO DE ALMEIDA ROSA,
RUFINO DE ELIZALDE.

Después de tomar conocimiento pleno de los hechos, ¿no sería loable, como un modo simbólico de reparación al pueblo paraguayo, reconocer oficialmente que los actos cometidos configuraron un genocidio?



miércoles, 22 de abril de 2015

Genocidio

El mundo convulsionado, parece ser una constante que gira alrededor de pasiones humanas, centradas en las ansias de poder, que en algunos momentos tremendamente oscuros de la historia, han derivado en actos humillantes para la condición de seres racionales.

Nuestro motivo, es nada más reflexionar sobre tres fechas, 19 y 25 de abril y 1 de mayo, y algunos hechos que enlutaron la raza humana. 

Sin el propósito de realizar comparaciones inconducentes, pues las cifras o circunstancias en que ocurrieron los hechos no aportan más o menos al horror, nos retrotraemos desde el presente a los albores de nuestra independencia, repasando cinco hechos que de alguna forma condicionaron el futuro de los pueblos involucrados.

El fanatismo religioso, es la excusa para que un grupo de "iluminados" yihadistas suní, se proclamaran pertenecientes a un califato, el Estado Islámico, bajo la égida de Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado Califa, que en pocos años se ha extendido por Irak y Siria y recalado como primer bastión africano en la ciudad de Derna en Libia, en la costa Mediterránea frente a Grecia.

El ISIS, embarcado en una pseudo lucha religiosa contra los "infieles" cristianos, se ha dedicado a una despiadada caza de adeptos a esta fe, que en caso de negativa a la conversión al islamismo, son exterminados, solazándose  en la publicidad de atroces vídeos con las ejecuciones. Es el genocidio moderno que se vale de la tecnología para mostrar su insanía.

Algo más atrás en el tiempo, pero que aún podemos considerar época contemporánea, en el año 1964, Estados Unidos se involucra en la lucha entre las dos facciones de Vietnam, norte y sur. 

Con su apoyo al sur como contrapeso del apoyo de la Unión Soviética al norte, se desata la más despiadada agresión al pueblo vietnamita, que se extendería a los vecinos Camboya y Laos. Un verdadero genocidio, que se ha tratado de disimular con la pérdida de 58.000 soldados estadounidenses y alrededor de 300.000 heridos. Poco se habla de las brutales matanzas de civiles, con ataques masivos con agentes químicos y bombardeos indiscriminados a aldeas, exterminando a niños, mujeres y ancianos, entre algunos combatientes. Por un lado los bombardeos estadounidenses y por el otro la acción de la guerrilla comunista, cercando entre dos fuegos a los habitantes desarmados.

A finales de la década del 1930 y primeros años del '40, Europa se ve sacudida por el fascismo liderado por Adolf Hitler. El desquicio de este oscuro personaje llevó al exterminio de alrededor de seis millones de judíos.  Los asesinatos tuvieron lugar a lo largo de toda la Alemania nazi y los territorios ocupados por los alemanes, que se extendían por la mayor parte de Europa. Entre los métodos utilizados estuvieron la asfixia por gas venenoso, los disparos, el ahorcamiento, los trabajos forzados, el hambre, los experimentos seudocientíficos, la tortura médica y los golpes.

Las víctimas no judías de los nazis incluyeron a millones de polacos, comunistas y otros sectores de la izquierda política, homosexuales, gitanos, discapacitados físicos y mentales y prisioneros de guerra soviéticos. En total, un mínimo de once millones de personas murieron, de ellas, un millón habrían sido niños.

Armenia, bajo el reinado de Tigranes el Grande, entre los siglos 95 y 66 A. C., vivió su período de mayor extensión territorial, abarcando tierras desde el Mediterráneo al Caspio y desde el Cáucaso a Palestina, pero los avatares expansionistas del Imperio Otomano la redujeron a un pequeño territorio mediterráneo recostado a las montañas caucásicas. De las anexiones al Imperio resultaron alrededor de 3.000.000 de armenios incluidos en esos territorios, que pasaron a ser habitantes de categoría inferior por ser cristianos, que los naturales Otomanos de fe musulmana. 

Es bueno recordar que Armenia fue la primera nación a nivel mundial en adoptar como oficial, la fe cristiana. 

A pesar de ser tradicionalmente conocidos como Millet-i-Sadika (Nación leal) por los turcos, pues vivían en armonía con los demás grupos étnicos del imperio, se les consideraba dhimmi por las leyes islámicas (cristianos o judíos que vivían en Estados Islámicos, con presencia tolerada, pero con menos derechos), los condenaba a una enorme precariedad, ya que bastaba una decisión unilateral de la autoridad islámica, para terminar con su presencia en el imperio.

Todo empieza en la década del 1890, con las "masacres hamidianas", con un saldo de unas 300.000 víctimas, para culminar, bajo el gobierno de los "Jóvenes Turcos", con el confinamiento en unos 26 campos de concentración de  alrededor de 1.000.000 de armenios y la posterior expulsión de los sobrevivientes de territorios otomanos, a marchas forzadas por el desierto, sin alimentos ni agua, pereciendo la mayoría. El total de armenios masacrados por el imperio turco se calcula en cifras cercanas a 1.600.000.

Más atrás en el tiempo, remontándonos al primero de mayo de 1865, en el Río de la Plata, más precisamente en la ciudad de Buenos Aires, se gestaba un atroz genocidio. Representantes de la República Argentina, del Emperador de Brasil y de la República Oriental del Uruguay firmaban el tristemente recordado Tratado de la Tiple Alianza para declararle la guerra a la República del Paraguay. También firmaban un protocolo de 4 artículos en el que establecían la repartija del botín.

Una guerra atroz y vergonzosa, que a los buenos americanos aún rechina. Sanguinarios filibusteros, que solo pretendían el saqueo y  la anexión de territorios al Imperio de Brasil y a Argentina, asolaron al desprotegido Paraguay, dejándolo casi sin población masculina, en edad de procrear, solo se salvaron niños muy pequeños y algún anciano mayor, comprometiendo demográficamente al país y su propia supervivencia. Según cálculos de diversas fuentes, la población paraguaya entre muertos en batalla o en asesinatos de exterminio, de 1.337.439 habitantes anteriores a la guerra, se redujo a 221.079 sobrevivientes, apenas un 17 % de supervivencia.

El 19 de abril, marcando el levantamiento del gueto de Varsobia en el año 1943, se ha transformado en el "Día del Recuerdo" para la comunidad judía, dedicado a la memoria de los asesinados por los nazis.

Entre la noche del 24 y la madrugada del 25 de abril de 1915 se produce la detención de 235 armenios, por parte de las autoridades otomanas, marcando el inicio efectivo del genocidio. Por ello se tomó el 25 de abril como fecha de recordatorio del pueblo armenio y honra de sus muertos.  

La mayoría de los países del mundo reconocen oficialmente el genocidio judío y 21 países reconocen el genocidio armenio, sin embargo sobre las matanzas de cristianos por el ISIS, las de vietnamitas por las bombas norteamericanas y la guerrilla comunista y las de paraguayos por los invasores de la Triple Alianza, no son reconocidas como tales, pero reconozcamos que fueron verdaderos genocidios.

En 1885, Uruguay devuelve a Paraguay los trofeos y condona su deuda de guerra y en agosto de 1954 Argentina procede también a la devolución de sus trofeos de guerra. Dos actos simbólicos que ni siquiera atenúan el daño infligido a la nación paraguaya, aunque demuestre la buena voluntad de esos gobiernos, pues el genocidio no es condonable, aunque el gesto uruguayo mereciera el cambio de nominación de la plaza San Francisco de la ciudad de Asunción, por Plaza Uruguaya. 





jueves, 16 de abril de 2015

Turismo de cumbre.

Hace unos días se dieron cita en Panamá los Jefes de Estado de América, para realizar una "cumbre".

Algunos distraídos pensaron que se solucionarían algunos problemas de los pueblos, quizá otros apostaron por la caída de las dictaduras, otros se inclinaron por concreciones contra la pobreza y el hambre. Quizá haya algunos que pensaron en la unión de las Américas Siglo XXI. Algunos pocos ¿o muchos? acertaron, discursos vacuos con definiciones políticas y excusas de no intervención y libre determinación de los pueblos para no condenar los horrores que ocurren en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua o Argentina y levantar su voz por la libertad de los pueblos.

Luego de esos días previos de tibia expectativa, con duros enfrentamientos en "cumbres" paralelas y algunas trompadas frente a la embajada de Cuba, se van diluyendo lentamente los logros de las supuestas apuestas.

Quizá el hecho destacado fuera de la cumbre fue la gresca entre el Jefe de la Inteligencia cubana el Coronel Alexis Frutos Weeden y el activista por la libertad de los presos políticos, Orlando Gutierrez, frente a la embajada de Cuba, cuyo vídeo fue viralizado en las redes sociales.

Las cumbres paralelas que nuclearon a distintas organizaciones civiles de varios países, principalmente caribeños, se puede asegurar que transcurrieron en discursos y duros enfrentamientos entre defensores y detractores de algunos gobiernos de América Latina, destacando la gritería populista de las patotas cubanas afines a la familia Castro, emitiendo declaraciones de deseos algunos y satisfacciones otros.

La cumbre oficial, nada más que una anodina declaración similar a las que ya nos tienen acostumbrados, con un cúmulo de expresiones tan comunes como inútiles, totalmente inconducentes. Discursos escuchados y otros obviados; general apoyo, por parte de los mandatarios sudamericanos, al dictador venezolano, con un tibio rechazo a la prisión de opositores balbuceada por el Presidente Vázquez. 

Algunos encuentros bilaterales, con muchos bombos y platillos, llevándose los lauros el encuentro Obama - Castro, sellando un reencuentro diplomático que dice zanjar diferencias para iniciar un acercamiento. Lo curioso es que las detenciones arbitrarias por parte de la policía política cubana han venido creciendo en los últimos meses. Según el Instituto para los Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) los arrestos arbitrarios a disidentes fueron en enero de 2015, 178, en el mes de febrero ascendieron a 492 y en marzo, treparon a 610, destacando que hubieron muchas agresiones físicas a los detenidos por la fuerza policial. Las reclusiones, la mayoría en sedes policiales, abarcaron entre 3 y 72 horas. Situaciones que aparentemente pasaron desapercibidas para el Presidente Obama y que avalan aseverar que en Cuba la dictadura castrista sigue en pie y de rebosante salud. ¿Qué gana con estos acuerdos, el pueblo cubano? aparentemente nada, pues todo sigue como estaba.

Los demás encuentros, poco más de lo mismo. Cero resultados. El comunismo siglo XXI, bajo el paraguas del Foro de San Pablo, gozando de buena salud.

En definitiva, el turismo de cumbres, es nada más que eso: turismo, y lo más grave: a costa de los pueblos.