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miércoles, 29 de junio de 2022

Aniversario, falsedades e hipocresías


 Cuarenta y nueve años, casi medio siglo. El 28 de junio de 1973 se terminaba de concretar el derrocamiento de la Democracia en nuestro País. Unos meses antes, en febrero, se emitían dos comunicados de las Fuerzas Armadas, los números 4 y 7, que daban inicio al movimiento castrense que culminaría en la fecha que ayer con tristeza recordamos.

Los que vivimos aquellos días, no podemos olvidar como el Partido Comunista y otros grupos de izquierda apoyaron alborozadamente los citados comunicados, que suponían desembocar en una dictadura cívico-militar de su signo ideológico. Quizá confiados por las muy asiduas visitas del tupamaro Raúl Sendic Antonaccio, en aquel momento en la clandestinidad, al Batallón Florida tratando de adoctrinar al grupo de oficiales hacia una dictadura del tipo Alvarado en Perú

Pero la dictadura cívico-militar no le sirvió al P. Comunista y compañía, porque resultó no ser de su signo. No era ni del tipo cubana, ni peruanista, se trataba de una simple, pura y dura dictadura similar a éstas, pero no de izquierda. Ahí comienzan las hipocresías y las mentiras.

Se empieza a tejer una falsa historia, que al día de hoy lamentablemente ha permeado la conciencia de una gran cantidad de personas jóvenes, o no tanto, que no la vivieron o no la entendieron.

Han llegado al cinismo de asegurar que los terroristas tupamaros lucharon contra la dictadura, cuando en el año 1972 ya estaba totalmente desarticulada su organización y sus principales componentes juzgados y presos. Tuvieron el tupé de asegurar que el País vivía en dictadura desde el año 1962, cuando el gobierno fue elegido democráticamente como siempre ha sido en el ejercicio constitucional del voto ciudadano, tratando de justificar su accionar terrorista. Hasta podemos decir que esa es la primera gran mentira.

Comunistas y tupamaros abonaron el terreno para desatar una cruel dictadura que sojuzgó nuestras libertades por doce largos años y hoy se golpean el pecho proclamando su lucha contra la misma, esto, simplemente se llama hipocresía. Nunca lucharon, siempre solapadamente atentaron contra la Democracia Republicana, siempre abogaron por una dictadura al estilo cubano.

El Presidente del PIT-CNT Marcelo Abdala, comunista, convoca a un conversatorio en homenaje a “un acto heroico e histórico de la clase trabajadora en defensa de la Democracia” por la huelga general decretada en contra de la dictadura. Es cierto, los trabajadores de aquella época se jugaron enteros, heroicamente, mientras los correligionarios de Abdala rumiaban la forma de zafar su apoyo a los comunicados 4 y 7. Esto también se llama hipocresía.

Por otra parte, un familiar de desaparecidos, proclama: “recordemos todo ese período oscuro que nos tocó vivir para mantenernos alertas y que nunca más vuelvan a suceder estos abominables hechos”.  A qué se refiere? Al terrorismo tupamaro desatado por sus familiares desaparecidos? A la dictadura cívico-militar que ellos propiciaron? Ambas fueron terribles.

Una historia triste de nuestro Uruguay, tergiversada por unos, olvidada por otros y disimulada por muchos. Una historia armada con mentiras y mucha prensa, sostenida por muchos años que se perfila a afianzarse como verdadera si quienes sabemos y proclamamos la verdad del terrorismo tupamaro como génesis de la dictadura militar, no tenemos un apoyo decidido y constante de las autoridades de nuestros gobiernos democráticos para poner a la vista de todos la verdad de los hechos y terminar con la sumisión a presiones de los grupos de izquierda o terminar con lo “políticamente correcto”, porque si no es correcto moral y éticamente, nunca será políticamente correcto.

Luego de terminada la dictadura cívico-militar, tuvimos ocho gobiernos elegidos por la ciudadanía de acuerdo a los preceptos constitucionales, el último aún en curso. De esos ocho, cinco de  partidos políticos que no pertenecen a la izquierda, pero lamentablemente ninguno ha tenido la suficiente fuerza o grandeza para poner los hechos en su justo lugar.

Seguimos tolerando la prepotencia sindical, que impide un desarrollo normal del País. Un sindicalismo que ha terminado cooptando al Partido Frente Amplio, convirtiéndolo en su brazo político dedicado a entorpecer al gobierno, al extremo de crear un verdadero rosario de paros totalmente injustificados, paralizando puertos e industrias de singular importancia en la actividad económica. Sindicalismo que no puede compararse con el que existía aquel lejano 1973 que decretaron su huelga general en contra de la dictadura.

Ya es tiempo de que se empiece realmente a poner luz sobre los verdaderos hechos y terminar con un País que mira un pasado mentiroso que le impide mirar un futuro venturoso.