La prestigiosa revista británica The Economist alerta sobre la fragilidad en que se sustenta nuestro mundo hoy, nos plantea un combo de verdadera catástrofe mundial, donde tendrá preponderancia la hambruna que afectará a varios cientos de millones de coterráneos que perecerán en condiciones infrahumanas por la imposibilidad de acceso a alimentos.
La conjunción de factores apunta a una verdadera catástrofe,
que opacará las consecuencias que la pandemia del Covid 19 esparció por el
planeta. Una verdadera alerta para que realmente pongamos nuestros pies sobre
la tierra y pensemos en soluciones, despojándonos totalmente de ideologías,
corrientes conspiranóicas y aspiraciones grupales, pensando únicamente que enfrentar
los problemas muy unidos es la única forma de atenuar las adversidades que nos
amenazan.
Conflicto bélico, sequía, escasez de fertilizantes, bloqueos
marítimos y restricciones comerciales son algunos de los componentes de este,
como lo define The Economist, “combo mortal”.
Por tener las mejores tierras de sembradío y un clima ideal
para el cultivo de granos, se pueden destacar algunas zonas del planeta como
componentes del “granero del mundo”. Por lo menos tres de los más grandes están
atravesando distintas crisis:
1)
Europa
del Este con una cruenta guerra sobre un territorio (Ucrania) agrícola-industrial
por excelencia, en el cual se produce importantes porcentajes de granos (entre el 12% y el 20%) y el 50% de aceite de girasol a nivel mundial.
Rusia, el país agresor, también produce un enorme porcentaje de granos y en
contramedida por las sanciones recibidas en razón de su responsabilidad en la
guerra, ha restringido o casi anulado sus exportaciones de alimentos. Además
Rusia ha destruido graneros, sembradíos, confiscado producciones y bloqueado
los puertos de Ucrania sobre los mares Negro y Azov, impidiendo la salida de
sus exportaciones.
2)
El
cono sur de América, principalmente los países que componen el Mercosur, todos
productores de granos, pero atravesando un momento complicado. Los
fertilizantes históricamente fueron abastecidos por Rusia, hoy suspendidos,
implicaron escases y encarecimiento. Sequías en momentos claves de la
producción. Problemas domésticos y/o políticos. Argentina ha suspendido sus
exportaciones, además de atravesar una situación económico-financiera
desesperante, con una inflación totalmente descontrolada, su moneda depreciada
al extremo y decisiones políticas contradictorias donde prima el proteccionismo
que la aparta del mundo de los negocios y un desproporcionado asistencialismo
interno que erosiona más su economía. Brasil con su principal granero en los
estados del sur, con un elevadísimo porcentaje exportable, que al no llegar al
resto del inmenso país, la importación para suplirlos, pero de otros países, inclina su balanza
negativamente. Paraguay y Uruguay por su pequeñez a nivel mundial resultan
irrelevantes, aunque debemos destacar que en materia de trigo, Uruguay mantiene
una dependencia importante de Argentina, que por su proteccionismo ha
complejizado más la importación.
3)
Finalmente
India, ha paralizado sus exportaciones de granos, en virtud de una actitud de
protección frente a posibles consecuencias del conflicto bélico.
Además del tema específico de los alimentos, se debe sumar el
problema de los combustibles encarecidos como consecuencia de la guerra en
Ucrania, considerando que Rusia es uno de los principales productores de
combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). A esta altura de la guerra y
como contramedida por las sanciones de OTAN, Unión Europea y varios países
ajenos a estos grupos, Rusia ha suspendido el suministro de gas a varios países
de Europa, obligándolos a procurar otras fuentes o proveedores con los
consiguientes encarecimientos por aumento de demanda y disminución de oferta.
Por otra parte estos países europeos dependieron
históricamente de la importación de combustibles rusos, creando una dependencia
estratégica en beneficio del exportador.
Resumiendo este estado de cosas llevará incontrastablemente a
que muchas zonas del mundo queden
impedidas de obtener alimentos por escases y encarecimiento.
Ucrania, en tiempos de paz, producía alimentos para
cuatrocientos millones de personas, hoy no están disponibles; esos
cuatrocientos millones de personas tendrán que buscarlos en otros lugares y
donde los encuentren serán mucho más costosos por lo que estresará su economía.
Un solo ejemplo, un solo eslabón de una cadena que llevará hambrunas y
conflictos.
Con este panorama, nos preguntamos: ¿Podemos seguir embretados
en conflictos domésticos, grupales, paralizando industrias, puertos,
encareciendo más nuestros productos y dificultándonos más la obtención de
insumos imprescindibles para una vida digna?
Soy consciente que serán pocos quienes llegarán a leer esta
nota completa, la mayoría no pasará del título y seguirá mirando el árbol
impedido de ver el bosque, obsesionado por SU lucha por SUS derechos,
desechando olímpicamente SUS OBLIGACIONES y culpando al Gobierno por todos los
males.
También se argumentará que hubo otras guerras y no nos afectaron,
cuestionando el por qué en esta podemos ser perjudicados.
Se podrá argumentar que son especulaciones y que lo que
ocurre del otro lado de la tierra no nos afectará, pero todo eso, en el mundo
globalizado en que vivimos, son simplemente argumentos sin ningún asidero y
solo servirán para tratar de ocultarnos una verdad que nos puede estar
golpeando en cualquier momento. Tal como intentar tapar el sol con un dedo.
Es tiempo de reflexión para políticos, sindicalistas, formadores de opinión, periodistas y también para “Don José y Doña María”, terminar con conflictos menores y tratar de ubicarnos en un mundo en el que realmente estamos inmersos.