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lunes, 25 de mayo de 2015

Un rico idioma, vilmente agredido

Quizá muchas veces han escuchado, cuando alguien se refiere a la máxima autoridad de la República Argentina, que la mencionan como la Presidenta, o si se refieren a una integrante de la Junta Departamental, como la Edila.

Sin embargo, el Dr. Vázquez no es el Presidento, tampoco edilo es el integrante masculino de la Junta Departamental, ni es integranto, tampoco integranta es la Sra. Edil.

Con lo anterior, simplemente quise que nos ubicáramos en el meollo del tema, que es la defensa del riquísimo idioma español.

Periodistas y políticos son los más expuestos, por tener una gran visibilidad pública, pero no solamente ellos, comenten errores, u horrores, de ortografía o del manejo de la palabra, cuando escriben o hablan.

Si somos asiduos intervinientes en el ámbito de la comunicación electrónica, fundamentalmente en las redes sociales, nos encontramos con agresiones al idioma, que realmente cuestionan nuestra cultura. 

También, si analizamos, por ejemplo los últimos mensajes de texto que recibimos en nuestro teléfono celular, nos encontraremos defraudados por tener que dedicarle mucho de nuestro tiempo a desentrañar el contenido inmerso en un fárrago de malas abreviaturas, donde se privilegia la fonética sobre la ortografía.

Esto no ocurre esporádicamente, sino que es una desagradable forma de escribir o hablar que se ha impuesto de tal forma, que hasta nos parece natural.

Algo tan elemental como el tilde o acento escrito, no se tiene en cuenta o simplemente no se sabe cuando emplearlo. Aquello, de que las palabras agudas terminadas en vocal, N o S, llevan tilde, las llanas terminadas en consonante que no sea N o S, también y las esdrújulas, etcétera, etcétera, pareciera que ha sido completamente olvidado.

La puntuación u otros signos en un escrito, también es pésimamente usada o simplemente desconocida. Si consideramos que la puntuación es el auxiliar inmejorable para la lectura, porque nos indica las pausas, cortas o largas, los finales de las oraciones, aclaraciones auxiliándonos con los paréntesis, o comillas para mencionar textos ajenos, entre otros, les tendríamos mayor consideración y respeto.

Volviendo al principio, el género. El género es el accidente gramatical que sirve para indicar el sexo de las personas y animales y el que se atribuye a las cosas.

Cuando se atribuye género a un sustantivo, debemos tener en cuenta que son masculinos los que terminan en O, o en OR y son femeninos los terminados en A, salvo algunas excepciones. Pero, si empleamos el sentido común, nos daremos cuenta que el señor que nos obturó una caries, no es el Dentisto, y el Jefe de Estado varón no es el Presidento, tampoco si es una señora será la Presidenta.

Esto son solo algunos ejemplos del mal hablar y el mal escribir, que podemos traducir como una agresión vil a nuestro riquísimo idioma español.

Si en lugar de emplear nuestro tiempo en desentrañar un mensaje ilegible en nuestro celular, lo dedicamos a leer un buen libro, estaremos seguramente nutriéndonos en conocimientos que nos ayudarán a mejorar nuestra forma de hablar y escribir y por ende cultivando y defendiendo el idioma.

Mientras, los cultores del mal hablar y el pésimo escribir, deberán realizar el esfuerzo máximo, para retornar al buen uso de nuestra lengua.






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