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lunes, 7 de febrero de 2011

De números y estadísticas

En un simposio multidisciplinario, se planteó el siguiente problema: ¿Cuánto da 2 + 2?

El primer interviniente, un abogado con larga trayectoria en los distintos estrados de la justicia, pide un tiempo razonable para consultar la jurisprudencia, el derecho comparado y diferentes códigos, para dar su respuesta.

Le sigue, un médico, con un extenso historial y varios postgrados y también solicita tiempo para consultar historia clínica, análisis, radiografías y realizar algunas consultas con colegas, para responder.

En tercer término, el consultado es un contador, que sin más, simplemente repregunta: ¿Cuánto quiere que le dé?

Parece que la respuesta del contador, es una historia corriente en los tiempos que transitamos: ¿Cuánto quiere que le dé?

La inflación no alcanza los dos dígitos, pero todo sube. La desocupación baja, pero cada vez, vemos más desocupados o subocupados hurgando en los contenedores de basura. Los precios del listado que publica el INE,  son mucho más bajos que los que figuran en las góndolas. Se construyen miles de soluciones habitacionales, pero hay más asentamientos. Podríamos alargar la lista, pero basten estos ejemplos.

¿Qué está pasando? Se maquillan los números o cada responsable de armar una estadística le pregunta a su jefe como repregunta el contador: ¿Cuánto quiere que le dé? y los números finales son los preestablecidos por el jefe.

Sabemos que el “jefe” que exhibe las estadísticas, la pasa apoltronado cómodamente en su despacho, con aire acondicionado y una pléyade de secretarios y más,   no conoce el País real, ni le interesa conocer y solo atina a publicitar las “bondades” que le aporta a la ciudadanía y como todos nadamos en la abundancia; de manera que hasta están pensando, ¡en pagarle sueldo a los presos!

Pero, con tan lindos números, ¿como hace un jubilado que gana menos de $ 5.000 para afrontar su subsistencia, con una canasta básica en la línea de indigencia que según el INE cuesta $ 2.762,50, que no incluye ni frutas ni verduras, a la que se debe sumar Ose, UTE, alquiler, medicamentos, transporte y quizá algo más?

Con cuanta razón me cuestionaba un jubilado: ¡¿Porqué me habré jubilado si lo que me pagan es menos de la mitad de lo que están pensando pagar a los presos!? ¡Hasta hubiera sido mejor ser un ratero, que trabajar toda una vida!

No, mi amigo, no sea tremendista, estire sus casi 5.000 y quizá llegue a mediados de mes y el resto lo cubre con changuitas, total usted aún es fuerte, puede cortar el césped del señor, podar algún parral, o hágase una quintita y alguna verdurita tendrá para complementar la canasta sugerida por el gobierno. Pero no afloje, con la frente alta, aunque el dolor de espalda sea insoportable y ni piense en que sería mejor ser lo que usted dijo. ¿Que vive en un asentamiento y no tiene lugar para la quintita? y bueno, está ahorrando el alquiler y quizá UTE porque estará colgado de alguna línea y OSE, porque el agua la acarrea desde el parque. No se vaya a quejar, mire que vivimos en un País de primera. Apriete el cinturón que capaz que hasta ahorra unos pesitos.

Pruebe, pruebe, no hay que desesperarse.

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