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miércoles, 13 de julio de 2011

Una oportuna luz amarilla

En una reunión de alto nivel con la presencia del Presidente y del Vicepresidente de la República, entre otras autoridades de gobierno, algunos empresarios y sindicalistas, el Ministro Lorenzo, puntualizó muy claramente, según su óptica, las debilidades del País desde el punto de vista económico y financiero.

Es conocida la crisis que se extiende por la Zona Euro, iniciada fundamentalmente, hace algo más de dos años en Grecia y que hoy se ha establecido en Portugal, España, Irlanda e Italia, amenazando con un descalabro económico de toda Europa.

Podemos decir que hace unos meses los entendidos consideraban que esa crisis europea no golpearía a los países Latinoamericanos, pero hoy, teniendo en cuenta la envergadura de la crisis europea, es evidente que si nuestra región no está preparada nos golpeará y nos golpeará fuerte.

Si los gobiernos latinoamericanos no toman las providencias adecuadas, la crisis puede dejarnos muy mal parados. Por eso vemos con buenos ojos la actitud del Ministro de Economía.

La principal recomendación del Ministro Lorenzo, se dirige al control de la inflación y el gasto del Estado.

Se ha escrito mucho y se han ocupado muchos espacios en televisión y radio por parte de varios operadores políticos, empresariales y periodísticos, reclamando un control del gasto de gobierno, que ha trepado a cifras impresionantes, fundamentalmente en retribuciones por aumentos de las plantillas de funcionarios, en especial cargos de confianza.

Dice Lorenzo que hoy el escenario internacional por el que transitamos es "mucho más incierto" y que considerando que hay "más riesgos y peligros" y su resolución "está fuera de nuestro control", las consecuencias de la crisis europea "nos va a impactar", por lo que advierte de las necesidades de preparar al País, para enfrentar tales circunstancias.

Tras esa reflexión concluye que "actuar con prudencia" es la premisa para enfrentar una crisis de alcances aún inestimables.

A pesar de que las recaudaciones de la Dirección General Impositiva (DGI) han venido en aumento constante en los últimos años, la deuda externa ha aumentado en forma alarmante, trepando de unos trece mil millones de dólares a treinta y nueve mil millones en solo cinco o seis años, situación que evidencia un manejo nada ortodoxo de las economías del Estado.

Por otra parte a nivel doméstico, el crédito al consumo ha trepado también a cifras que comprometen un elevado porcentaje del ingreso familiar, creando un riesgo latente al vislumbrar un período de crisis, con las posibles consecuencias de retracción en el empleo y por ende en el ingreso familiar.

Se ha privilegiado la importación de artículos suntuarios, que unido a la fácil accesibilidad al crédito estimula el gasto familiar creando una merma considerable del ingreso líquido del núcleo.

Volvemos a las reflexiones del Ministro Lorenzo, que recomienda cautela y estar muy bien preparados para interpretar las señales que se desprendan de la crisis europea para enfrentar las consecuencias que puedan alcanzarnos, recomienda además mantener elevados los niveles de liquidez para "enfrentar el vendaval de la dificultad de acceso a recursos que podría ocurrir en caso de deterioro a nivel internacional" y tener muy en cuenta que "los riesgos de recalentamiento pueden dañar el proceso de expansión de nuestra economía", haciendo hincapié en que la "demanda interna crece por encima del PBI".

Como se puede apreciar, es bastante probable que tengamos momentos difíciles desde el punto de vista económico y financiero, por lo que tenemos que tomar todas las providencias para que esa luz amarilla encendida ayer, oficialmente, por el Ministro Lorenzo, no pase al rojo.

Lógicamente las pautas las fijará el Gobierno, por lo que es de donde partirán los lineamientos macroeconómicos para enfrentar la crisis.

Desde el ámbito más doméstico y familiar, todos debemos tener muy en cuenta que los momentos difíciles golpean siempre más duro a quien depende de un sueldo y que ese sueldo se sustenta con una economía sana del empleador, que depende en definitiva de los avatares que le marquen las políticas de gobierno.

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