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sábado, 25 de junio de 2011

Educación (II)

El 28 de mayo pasado, aprovechando el día del libro que se celebrara dos días antes, nos referimos al tema que hoy nuevamente nos ocupa.

Hace un par de días recibí el informe "Unicef en Uruguay 2010", en el que se repasan las actividades de la organización en nuestro País durante el año pasado y algunos de sus muchos logros.

Con una excelente presentación tipográfica, en papel de primera calidad, de agradable diagramación y muy buena fotografía, entre varios temas considerados, se incluyen sus acciones tendientes a la mejora de la educación, en la infancia y adolescencia.

Es indudable que a nivel preescolar, escolar y secundario esta organización dependiente de Naciones Unidas, ha realizado puntualmente varios apoyos de indudable valor. Por citar solo algunos, destaquemos: Programa Aprender, que llegaría a 285 escuelas; Programa Maestros comunitarios, con la participación de 557 maestros; Programa Cero Faltas; varias publicaciones de apoyo escolar y liceal, entre otros.

También en el informe, aparecen algunas estadísticas, que son las que realmente nos hacen percibir una luz amarilla (o roja). Una verdadera advertencia sobre el real momento educativo que vive el País y que en definitiva son las que nos movieron a tratar nuevamente el tema.

Asistencia insuficiente. Según UNICEF el 41 % de los niños y niñas de 4 y 5 años que asisten a escuelas públicas tiene "asistencia insuficiente", aclarando que "La asistencia insuficiente es 5 veces mayor en las escuelas ubicadas en los contextos de mayor pobreza".

Deserción liceal. Transcribimos textualmente: "El país presenta hoy altas cifras de deserción liceal. El dato más impactante es que de 100 uruguayos que comienzan la escuela, solo 39 terminan Bachillerato. Además, las diferencias en los resultados educativos según el contexto socioeconómico de los estudiantes sitúan a Uruguay en los peores niveles de desigualdad educativa de la región. Esto, según un estudio realizado por UNICEF." Es realmente impactante y muy preocupante.

Estos datos de indudable credibilidad, teniendo en cuenta la seriedad con que trabaja UNICEF, desnudan una parte medular del problema educativo en el Uruguay, pero comparativamente, podemos decir que es solamente la parte visible de un iceberg.

Estos problemas no se resuelven con incentivos económicos para propiciar la asistencia a bachillerato de los muchachos que integran la gran masa de desertores de las aulas, ni con la "promoción social", porque ni siquiera mejorarán las estadísticas.

El problema deberá revertirse, con una real y verdadera reforma educativa, empezando por las cúpulas directrices; reformas curriculares estructuradas por técnicos que realmente estén en condiciones de evaluar debidamente las carencias actuales de la educación, encauzándolas en carriles de verdadera laicidad; programas acordes con la modernidad, pero sin descuidar las nociones básicas del aprendizaje; infraestructura edilicia y equipamiento; perfeccionamiento y actualización permanente de los cuerpos docentes con retribuciones acordes con sus elevados fines.
La mayor permanencia en el aula o en el centro docente en actividades accesorias a las curriculares, con buenos ejemplos como las escuelas de tiempo completo y una experiencia pionera de excelentes resultados: el Liceo Jubilar.

La recuperación de la educación en nuestro País debe ser un tema prioritario que nuestros gobernantes deberán abordar urgentemente, porque de esta recuperación depende indudablemente el futuro.

Finalmente recordemos lo que fuera santo y seña del ejercito Artiguista por indicación de su Jefe, el día que se inaugurara la primer biblioteca pública y que pasó a ser parte integrante de su ideario: "Sean los Orientales tan ilustrados como Valientes".

Hoy, la ilustración de los orientales requiere de la valentía de nuestros gobernantes para encarar la solución a los problemas educativos.

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