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lunes, 30 de abril de 2012

SOLIDARIDAD!!!

En el mes de julio de 2011, refiriéndose al Penal de Santiago Vázquez, el Dr. Jorge Larrañaga, líder de Alianza Nacional, dijo: "Esto es una bomba de tiempo con la mecha encendida”. Y tenía razón.

Pero no solo en el penal de Santiago Vázquez hay problemas, se puede decir que en la mayoría de las prisiones del País, los hay.

Hace alrededor de un año, en la cárcel de Rocha, murieron quemados, 12 reclusos, los motines son algo corriente y la corrupción evidente.

Solo por corrupción, podemos admitir que ingresen armas a un penal, y es vox populi, hasta las tarifas que se cobran por introducir drogas o armas.

El gobierno está desbordado por los problemas y no tiene la capacidad suficiente para encontrar las soluciones, pero es tal su incapacidad, que ni siquiera admite ayudas y como no las encuentra, recurre a las  manidas acusaciones a la herencia de los gobiernos blanquicolorados, como  les gusta decir, y a la prensa.

Se le han sugerido, e incluso presentado proyectos de ley, con soluciones lógicas para la mayoría de sus problemas, pero siguen abroquelados en su gobierno de comité, donde prima el amiguismo y la afinidad sectorial, que ubica en puestos claves a personas inhábiles para la función.

La inhabilidad para la función, la corrupción y la permisividad, nos han llevado a límites impensados, que han hecho eclosión en las últimas semanas.

Por solo referirnos a los últimos hechos, digamos que empiezan el día 20, con el asesinato de un policía, otro herido y el recluso, que con una pistola 9mm realizó el ataque, abatido por un tercer agente.

Como consecuencia, el gremio policial suspende las visitas en algunos penales de la zona metropolitana, que es repudiado por las presas del  CNR (Centro Nacional de Rehabilitación femenino), con un motín. A los tres días, más de mil reclusos del COMCAR se amotinan y destruyen dos módulos completos y como consecuencia la mayoría debe dormir desde entonces a la intemperie, por no tener el sistema carcelario lugares para realojarlos.

Finalmente, en SOLIDARIDAD con los reclusos que están durmiendo a la intemperie, nuevamente las penadas del CNR se amotinan, con los destrozos correspondientes.

Destrozan por varios millones de dólares y exigen a la sociedad que se les considere y se les realoje debidamente.

Hemos llegado a la conclusión que el lamentable cambio en los valores de nuestra sociedad nos está llevando hacia un verdadero abismo.

Los Derechos Humanos, son esgrimidos como pertenencia exclusiva de algunos sectores de nuestra sociedad, entre ellos los reclusos. Y por esto una gran porción de la sociedad se siente totalmente desamparada y además impotente ante la situación que estamos viviendo, al extremo de pensar que para los humanos derechos, no hay Derechos Humanos, que éstos son patrimonio de la delincuencia. Sin embargo los humanos derechos, somos los que trabajamos, pagamos nuestros impuestos y en definitiva sostenemos  económicamente, esta mascarada de gobierno.

La solidaridad según nuestro concepto, es algo muy distinto a lo esgrimido por las reclusas. ¿Solidaridad rompiendo más de lo que ya habían roto sus colegas del COMCAR? ¿Cargando más sobre la sociedad que tendrá que pagar sus destrozos? Disculpen señoras, pero están equivocadas en su concepto de solidaridad.

Es evidente que el sistema carcelario está atravesando por una enorme crisis. La delincuencia se está apoderando de nuestra sociedad y la reclusión de los delincuentes, es cada vez más difícil.

Quizá fuera tiempo de pensar en una cárcel de alta seguridad en la Isla de Flores y terminar un poco con la permisividad en los penales. Empezar a considerar seriamente que a toda esa población carcelaria debe dársele alguna ocupación productiva, por lo menos para ayudar a costear su alimentación y alojamiento. Dar alguna muestra clara, de que hay preocupación por el resto de la sociedad, que paga con su esfuerzo, el mantenimiento de los delincuentes.

Pero fundamentalmente, se debe procurar la recomposición de valores, para realmente poder recuperar y reinsertar en la sociedad a, aunque sea, una mínima parte de los reclusos. Tal vez sea utópico, pero por lo menos intentarlo.

De todas formas, las autoridades ya, deben terminar con los discursos y buscar culpas en ajenos, y dedicarse a soluciones reales a una situación que se ha vuelto insostenible.

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