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viernes, 17 de junio de 2011

Bandazos a dos líneas

Se ha producido en el gobierno, un enfrentamiento con un fin incierto. Surgió un equipo económico paralelo al que comandó durante los últimos seis años, la conducción económica del País. Todo hace suponer, o por lo menos hace pensar, que la era Astori está llegando a su fin.

Bajo la batuta del Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) Gabriel Frugoni, con Jerónimo Roca, también de la OPP, y el subsecretario de Economía Pedro Buonomo, con el apoyo técnico del experto tributarista Alberto Barreix,  que además cuentan con la anuencia del MPP, el Partido Comunista y la Vertiente Artiguista, alineados con el Presidente Mujica, conformaron la segunda línea económica.

Con este grupo económico enfrentado al astorismo, establecido desde la presidencia del Dr. Tabaré Vázquez, ahora con la misma guía de Astori, con su Ministro de Economía Fernando Lorenzo, no muy expuesto en la discusión pública y un tibio apoyo de Mario Bergara, Presidente del Banco Central del Uruguay, evidencia que el feudo del vicepresidente fue "invadido" por el mujiquismo.

En apariencia todo empieza con la propuesta del grupo de Mujica de instaurar un nuevo impuesto al agro, o más bien a la tenencia de tierras en grandes superficies. Pero en realidad es el detonante de una situación que se venía gestando de tiempo atrás, como una necesidad de dejar muy bien sentado que entre Mujica y Astori hubo un enfrentamiento electoral interno, que determinó que el primero ganara.
Y como Mujica ganó y es el Presidente, debe ser quien mande y Astori debe subordinarse a sus lineamientos.

El jueves 9 del presente mes, entendiendo plenamente la situación el Frente Liber Seregni, que nuclea a Asamblea Uruguay de Astori, Nuevo Espacio de Michelini y Alianza Progresista, resolvió no profundizar la crisis con un retiro del gabinete y atenerse a la propuesta de la OPP, quizá atemperada por algunas enmiendas que atendieran sus planteos.

Por otra parte el MPP de Mujica, se embarcó en una campaña mediática en defensa a la propuesta de su líder, aprovechando incluso los espectáculos deportivos ocurridos en estos últimos días, final del campeonato uruguayo de fútbol entre Nacional y Defensor y el primer partido por la final de la Copa Libertadores de América entre Peñarol y Santos de Brasil.

En definitiva la conducción económica del País, transcurre a los bandazos entre dos líneas bien definidas y muy distintas entre si, aunque es de suponer que la línea astorista llega a su fin.

Además de la evidente lucha de poder que se ha desatado en la interna del FA, lo preocupante es el futuro de las pautas impositivas. Cuando en forma inconsulta con los conductores económicos, se adoptan medidas de su estricta incumbencia, se está entrando en un terreno que lógicamente preocupará a los sectores empresariales y fundamentalmente a los inversores del exterior, que al ver cambios en las reglas de juego que parecían impuestas, ponen una cuota de incertidumbre y les obligará a una nueva evaluación de perspectivas, abonando una posible retracción en los capitales de riesgo.

El caso puntual, de un eventual nuevo impuesto al agro, considerar si es bueno o malo, si sirve o no sirve a los fines del Estado, si recaudará más o menos de lo previsto o si dará o no para cubrir las inversiones previstas por el Gobierno, no es intención nuestra poner en tela de juicio.

El gran problema que le vemos, es la inseguridad en que quedamos insertos. A pocos años de una profunda reforma tributaria, donde aún el contribuyente está adaptándose, incluir un ingrediente que hace tambalear una ingeniería impositiva que considerábamos de largo futuro, no puede menos que alertarnos y pensar en cuanta es la seguridad en nuestras proyecciones de negocios y si no es lícito abrir un espacio de estudio de nuevas expectativas inversoras. 

Al haberse planteado esta incertidumbre, el mundo empresarial estará pendiente de las nuevas acciones del gobierno y hacia que línea se inclinarán, para poder discernir la senda en que transcurrirán nuestros impuestos con el devenir del tiempo, condicionando sin ninguna duda, acciones futuras.

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