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lunes, 25 de julio de 2022

La Izquierda radical en América Latina (IV)

        Uruguay y su posición desde la visión de la izquierda                                                        internacional

Nuestro País se caracteriza por contar con una democracia sólida, a pesar del período comprendido entre el 27 de junio de 1973 y el 1 de marzo de 1985 de la dictadura cívico-militar.

Nos respaldamos en una Constitución Nacional, que si bien ha tenido algunas modificaciones, mantiene la división de Poderes y establece derechos y obligaciones que aseguran la Democracia, el Republicanismo y la Libertad con los límites imprescindibles para asegurar las garantías de interés general, pues como lo manifestara el Gral. Artigas “Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de la Constitución puede afirmarla”.

Incluso en los quince años de gobiernos de izquierda, presididos por el Frente Amplio, a pesar de la pésima administración de los dineros públicos, asistencialismo desmedido sin ninguna contrapartida, descontrol en los gastos del Estado, actos de corrupción comprobados y algunos supuestos o en investigación, la democracia sigue fortalecida. A la vista están los sucesivos traspasos de gobiernos realizados sin obstáculos o mayores inconvenientes, luego de restablecido el control político acabada la dictadura.

Junto a Ecuador y Paraguay en América del Sur, son de momento los únicos países con gobiernos liberales de centro derecha, con libertad de mercado, sin restricciones en la propiedad privada, pero es evidente que estamos en la mira de la izquierda internacional. Por ello, luego de analizar la situación de nuestro País, veremos que ocurre en Ecuador, tal como lo consignáramos en nuestra segunda nota al tratar el tema de Chile.

 Nuestra sólida democracia no ha sido permeable a ciertas directrices del Foro de Sao Paulo, pero siempre hemos tenido el asedio de sus cultores. La cúpula sindical dirigida por el Partido Comunista de Uruguay, que ha cooptado la dirección del Partido Frente Amplio transformándolo en su brazo político, la proliferación de “movimientos sociales” muchas veces de pequeños grupos que se dicen representativos de comunidades (raciales o étnicos, feministas radicales, LGTB, etc.) que en sus manifestaciones lo menos que reclaman son sus derechos, centrándose en temas políticos e ideológicos afines a la izquierda internacional.

Hemos superado una pandemia que sigue causando estragos en la mayoría de los países del mundo, con políticas sanitarias de alto nivel, con medidas, la mayoría analizadas y sugeridas por un grupo de más de cincuenta científicos de primer nivel (GACH), vacunas obtenidas y aplicadas en base a un plan que rindió excelentes resultados. El Gobierno a pesar de la pandemia ha obtenido resultados impensables en materia de recuperación del producto, la actividad y el empleo y bajar un déficit fiscal que presentaba guarismos preocupantes. Ha encaminado al País en una ruta de crecimiento, con políticas de promoción de la inversión privada y la apertura al mundo.

Sin embargo, la oposición se vuelve cada día más radicalizada de la mano de la central sindical y su brazo político el Frente Amplio, tratando permanentemente de dificultar la tarea del gobierno, aplicando a rajatabla las exhortaciones del Foro de Sao Paulo de movilización continua y creación de conflictos.

Por esa política desestabilizante, en los últimos meses podemos recordar la paralización de ANCAP dejando como resultado una avería que detuvo parte de la producción por alrededor de diez días con pérdidas millonarias para el Ente; dos paralizaciones en los puertos del País, con la pérdida de exportaciones e incremento en costos de fletes por importaciones transportadas por buques que no pudieron descargar; el sindicado de CONAPROLE, lleva varios meses de conflicto, con paralizaciones por sectores, medidas distorcivas, a veces generales, con amenazas de obstruir las exportaciones, han dejado a la población con carencia de productos y a los tamberos en situaciones de inestabilidad; por citar los que más perjuicios han causado tanto a la población como a la economía del País, además de los paros generales y parciales resueltos por el PIT-CNT, por motivos tan ridículos, que se pueden catalogar de simple gimnasia sediciosa.

Gracias al apego irrestricto a la Constitución del Gobierno Nacional, no se producen enfrentamientos con las fuerzas del orden, de lo contrario la triste frase de Nicolás Maduro sobre sus acciones acordes a las disposiciones del Foro de Sao Paulo, serían aplicables a nuestro País. Esperamos que la calidad republicana del gobierno y la cordura de la población nos alejen de una tan desafortunada situación.

Para completar una visión general de la situación de Latinoamérica veamos que está pasando en Ecuador:

Pocos días antes del estallido en Chile, Ecuador vivía también serios problemas. El gobierno de Lenin Moreno debió enfrentar una ola de protestas por la aplicación de políticas económicas dictadas por el FMI. Hubo de decretar por parte del gobierno estado de excepción, luego toque de queda y su traslado a la ciudad de Guayaquil. Se dieron cruentos enfrentamientos entre la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) y la policía. Finalmente por mediación de la ONU y la Iglesia Católica se llegan a la finalización transitoria del conflicto.

En plena pandemia de COVID 19, con varios meses de cuarentena (Marzo-Setiembre/2020), seguidos de otros de restricciones, se dan varias denuncias de corrupción renunciando varios funcionarios del gobierno y dando forma a un nuevo caldo de cultivo para la conmoción social. El 24 de mayo de 2021 asume la Presidencia Guillermo Laso candidato de la alianza del Partido Social Cristiano y el Movimiento Creando Oportunidades (CREO), ambos de centro derecha.

Si bien el nuevo gobierno tuvo poco más de un año de paz social, el CONAIE promueve un nuevo estallido social en junio de 2022 (18 días de caos, 6 muertos, más de 500 heridos, comestibles secuestrados en las rutas, comercios destruidos por la turba). La advertencia que Leonidas Iza, líder de la CONAIE emitiera con su temeraria frase “comunismo indo-americano o barbarie” se cumplió, hubo barbarie.

Desde la Universidad Central de Ecuador que albergó a los violentos, uno  de los líderes indigenistas  vociferaba amenazando: «Si la ciudad tiene que morirse de hambre, que se muera»

Además de los 6 muertos civiles, hubo por lo menos un soldado muerto y varios heridos, algunos de gravedad, cuando se dirigían a liberar los camiones de suministros y fueron emboscados por los sublevados.

Finalmente, luego de varios contactos entre gobierno y sublevados, bajo la condición impuesta por la CONAIE, de suspender el estado de excepción y retirar soldados y policías de las calles, se llega a un acuerdo y la población indígena inicia el retorno a sus lares.

Las movilizaciones de 2019 fueron en contra de las medidas sugeridas por el FMI, las de junio de 2022 por trabajo, mejores remuneraciones y contra la carestía por la suba de los combustibles. Por el momento se aquietaron las aguas, pero seguramente no por mucho tiempo, considerando que Ecuador tiene un gobierno liberal.

Como corolario de la situación en América Latina, debemos considerar brevemente la situación de Brasil, el país más extenso y de mayor población del Continente y Argentina nuestro vecino del oeste.

Brasil con profundas diferencias sociales, un alto nivel delictivo liderado por poderosos grupos que se disputan territorios para el narcotráfico, atraviesa aún la pandemia de COVID 19 sin una política estatal definida para combatirla, transcurre el gobierno de ultra derecha de Jair Bolsonaro, que seguramente se enfrentará en 2024 al Partido de los Trabajadores con Lula Da Silva al frente. Según encuestas realizadas el candidato favorito es Lula. Veremos qué pasa.

Mientras tanto Argentina, navegando en ese extraño Peronismo-Justicialismo-Kirchnerismo, tremendamente populista, con un profundo enfrentamiento entre el Presidente Alberto Fernández con su Vicepresidenta Cristina Fernández, atraviesa una crisis económica de envergadura, con una híper-inflación que ya ronda el 65 % y una alta tasa de pobreza que afecta a más de 40 % de su población, encerrada en sí misma con escasez de divisas y elevado déficit fiscal, no deja vislumbrar un futuro promisorio a corto plazo. En 2023 tendrá elecciones presidenciales con un resultado difícil de predecir.

Como conclusión final, es evidente el asedio a los países democráticos, con un fin varias veces explicitado de convertir a América Latina en un conglomerado de Estados dominados por gobiernos sumisos a directrices externas dictadas por la izquierda radical internacional.

Consecuentemente está en manos de todos defender nuestra democracia republicana, desde el ámbito que nos sea más propicio, gobernantes y ciudadanos demócratas atentos, a los embates sindicales y sociales radicalizados y prestos a dar la batalla necesaria para neutralizar cualquier intento de sumirnos en el oscurantismo y caos como viven nuestros hermanos venezolanos, cubanos y nicaragüenses, por citar los más cruentos, entre otros.



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