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jueves, 9 de agosto de 2012

Libertad de expresión


Un tema que no me gusta tratar, porque cuando hablamos de libertad de expresión o libertad de prensa, es porque estas libertades se encuentran amenazadas y en un País que se ha preciado por su organización democrática, sentir que eso está ocurriendo nos abre una puerta de un oscuro reducto al que nos negamos, por convicción, ingresar.

Entre los pilares básicos, sostén de la democracia, la información, la difusión de la noticia e incluso el análisis y la crítica, conforman un eslabón indispensable para acercar al ciudadano común, al acontecer diario, tanto en los aspectos del devenir de la sociedad, como a los avatares políticos y de gobierno, constituyéndose en un ente de contralor de las acciones de los gobernantes.

La libertad de expresión no debiera ser nunca acotada o censurada, porque si lo fuere, marca el inicio del totalitarismo.

A pesar de algún anuncio y la censura a algunas imágenes en el horario de protección al menor, seguimos con la esperanza de que el gobierno no tome eso como el inicio de una escalada, como lo han hecho otros gobiernos latinoamericanos.

Podemos decir que aún Uruguay no sufre el escarnio de la censura, aunque haya algunos personeros de las esferas gobernantes o simplemente alcahuetes interesados en sus mesadas y no en la veracidad de la noticia, que se atreven a amenazar a algún periodista independiente, e incluso a algún blogers, por no estar de acuerdo con alguna opinión.

Lo hemos sufrido, o no, simplemente lo hemos recibido, como el estertor del inútil que no tolera verse solo en el caldo séptico en que bucea y teme la caída de su adalid y que se agiten sus turbideces en olas que lo arrastren al abismo. Pero en realidad ¿que teme? si ya está inmerso en su miseria, que es peor que el más negro y putrefacto abismo.

Esos pordioseros, aunque vistan elegantemente y se muevan en los círculos de privilegio, no dejaran de ser la escoria, que viven de la prebenda y el favor y jamás de sus méritos, porque simplemente no los tienen, más que el deplorable de la obsecuencia.

Los tristes ejemplos de los Correa, los Chávez, los Kitchner, los Moraes y algún otro que ronda por Latinoamérica, sean alertas para mantenernos muy atentos a cualquier intento de mordaza, que combatiremos con energía y sin claudicaciones. Seguramente no seremos los únicos en repudiarlos y la voz de la libertad se trocará en clarinada de combate que arrasará tan malsanos intentos, manteniendo a Uruguay, alejado del oscuro club de los totalitarios.



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