Según Larousse, entre las varias acepciones del término, se considera principalmente (pues de esa forma inicia la definición): “Acción de quitar estorbos de una parte del barco…” Por eso el título.
Triunfó el NO en el referéndum a la derogación de 135
artículos de la LUC. Es una realidad incontrastable. La ciudadanía respondió
con su voto que la LUC no se toca. No importan los márgenes, los votos en
blanco o los anulados; lo seguro es que el Gobierno cuenta con el respaldo de
la mayoría y que esta mayoría libera el camino para las reformas deseadas
por ella y confiadas al equipo que votó en el año 2019.
Pero convengamos que el celeste del cielo aún tiene
nubarrones, si bien se quitaron
estorbos, los mismos son solamente de una parte del barco. ¿Hay zafarrancho?
Veíamos anoche puños crispados en un escenario del PIT-CNT
(pues del FA solo estaba su “Presidente”, ¿de préstamo?), convocando a una casi mitad del País a
enfrentar a la otra poco más de la mitad. Falta de capacidad de aceptar
derrotas, como la que ya nos acostumbrara el FA, al extremo de ni siquiera
realizar una llamada telefónica, aunque por cortesía, con los dientes apretados, al comando del NO o
al Presidente de la República promotor de la LUC, para aceptar la derrota y
comprometer su trabajo para mejorar la vida de los uruguayos.
No, la actitud aparenta ser la convicción de que cuanto peor
le vaya al País mejor para ellos y que están preparados y con mucha más fuerza
para tratar de dificultar cualquier intento de reforma, por más necesaria que
sea.
Ya hace un tiempo que las cosas se pusieron en su lugar en
los terrenos de la izquierda uruguaya, ya no hay dudas de que el FA es el brazo
político del PIT-CNT y con los radicales del conglomerado político, serán los
encargados de trazar sus líneas de acción siguiendo los mandatos del Foro de
San Pablo.
Uruguay y Ecuador en América del Sur, podemos decir con total
seguridad que en este momento son los únicos países democráticos que están
libres, por lo menos por algunos años, de los embates del Foro comandado por
Lula da Silva, pero no podemos olvidar que esa casi mitad de los uruguayos
cantan loas a los Maduro, los Ortega, los Díaz-Canel y sus demás socios. Que
quienes comandan esa casi mitad, no cejarán en sus tareas de erosionar a
nuestro Gobierno Democrático y que seguirán con su malsana labor de “poner
palos en la rueda”, de llevar adelante una recalcitrante oposición a lo que sea
el progreso de nuestro Uruguay.
Tenemos por delante la
necesidad de leyes fundamentales para nuestro futuro y que necesariamente
deberían tener un apoyo consensuado de la mayoría de las fuerzas políticas para
que sean verdaderas políticas de estado y puedan permanecer y cumplir con los
cometidos que tanto necesitamos. Citamos solo dos, pero hay más, la reforma
educativa de la que depende un futuro de progreso para el País y su gente y la
reforma jubilatoria que asegure una vejez digna a quienes dedicaron su vida al
trabajo y a la prosperidad de todos.
Ojalá prime la responsabilidad y el amor al País y los nuevos
líderes de la izquierda depongan actitudes negativas y aporten al resurgimiento
del gran País que nunca debió dejar de ser el Uruguay.
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