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jueves, 31 de marzo de 2022

INFLACION

Sí, es cierto, la inflación se dispara… acá y en todo el mundo. Uruguay es un país pequeño, casi un punto en el mapa, pero está en el mapa. La globalización, la interdependencia entre los países nos imposibilita a convertirnos en una isla independiente de lo que pasa en el resto de ese gran mapamundi.

Somos menos de tres millones y medios de personas viviendo en este pequeño punto del mapa entre 7.9 billones que nos rodean (lo pongo en números para aquilatar la diferencia: 3:500.000 entre 7:900.000:000.000). Con estos números ¿qué incidencia podemos tener en el mundo globalizado en que vivimos para librarnos de su influencia y de una inflación que empieza a afectar al todos?

El origen indiscutido de esta situación es una injustificada guerra. Ucrania y Rusia son los principales productores de granos y están en guerra. Ucrania produce alimentos para cuatrocientos millones de personas, pero sus agricultores en lugar de dirigir sus máquinas de labranza están empuñando armas para defender su lugar de estar, su País, su Patria y ya no pueden alimentar a esos cuatrocientos millones. En Rusia, sin contar con datos fidedignos, quizá está pasando lo mismo. La oferta de alimentos se ha reducido, pero la demanda se mantiene.

Algo similar ocurre con las fuentes de energía. Los dos países en guerra también son grandes productores de elementos energéticos fósiles, petróleo, gas, carbón, aún indispensables para la producción de la mayor parte de la energía del mundo. Con la guerra se dispararon sus precios.

Nuestro País cuenta con un alto porcentaje de energía renovable, eólica, hidráulica, fotovoltaica, pero el transporte se mueve a base de derivados del petróleo y  el traslado de nuestros insumos depende no solamente del transporte interno sino fundamentalmente del externo para importaciones y exportaciones que todo se mueve con la misma fuente de energía fósil.

En definitiva, no podemos esquivar esta ola mundial de inflación, solo nos resta exaltar nuestra inteligencia para tratar de amainar las consecuencias y tratar de capear el temporal de la mejor forma. Soluciones mágicas no hay, lo cierto es que todos, población y gobierno debemos aunar esfuerzos para sufrirla en la menor medida que nos den nuestras fuerzas.  El gobierno buscará soluciones más globales y nosotros las más domésticas, pero con la convicción de que nunca serán suficientes para enfrentar al mundo. No podemos bajar los brazos ni ser fatalistas, ni tampoco culpar al gobierno de turno o a las herencias, porque nada de ello nos llevará a la obtención real de soluciones y solamente podrán dividirnos más.

Si nos toca vivir una realidad dura, enfrentémosla juntos y de frente, no nos hagamos zancadillas ni reproches, porque de las malas saldremos si estamos unidos. Hoy no cuentan oposiciones, rencores ni búsqueda de venganzas, hoy juntos debemos mirar al horizonte y librarlo de nubarrones que puedan oscurecernos.

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