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viernes, 23 de septiembre de 2011

Proteccionismo

Es común que los Estados, cuando ven amenazada su producción, sea industrial, extractiva, agropecuaria o de cualquier índole, adopten medidas de protección.

Es una forma, generalmente de resultados rápidos, tendiente a atemperar influencias negativas de hechos externos, que escapan a su control, y que inciden directamente en el producto nacional.

Son medidas unilaterales tomadas en su propia defensa, por lo que afectarán directamente la producción de terceros países.

Nuestro País ha enfrentado constantemente, ese modo de proteccionismo que adoptan los socios mayores del MERCOSUR, Argentina y Brasil, desconociendo de hecho, el espíritu del Tratado de Asunción.

De todas formas, las medidas se toman y las consecuencias se hacen sentir inmediatamente dentro de fronteras.

Sin emitir opinión sobre la licitud de las medidas adoptadas dentro del MERCOSUR, Uruguay deberá adoptar también, medidas que de alguna forma contrarresten o mitiguen los efectos negativos.

¿Cuáles serán las medidas? Lógicamente deberá ser el gobierno, que cuenta con los técnicos en la materia, en los distintos ministerios, quien determinará las medidas idóneas en cada caso.

La gran falencia ha sido, el no adelantarse a tomar medidas de protección, cuando es perfectamente predecible, en una economía globalizada e íntimamente comunicada, como es la que vive el mundo actual.

Al ser una economía pequeña, se reduce la batería de medidas, puesto que no podemos enfrentar economías poderosas, como las de Brasil o Argentina, con medidas similares a las que normalmente aplican, trabas a las importaciones, porque realmente sería crear un doble mal. Es cuando debería salirse de los modelos e innovar.

Ya se comprobó fehacientemente que la política del ruego, para que nos dejen fuera de las medidas adoptadas por nuestros socios del MERCOSUR, obtiene resultados parciales, quedando siempre un residual de trabas.

Un simple ejemplo: Si hay un tratado entre Brasil y Uruguay, que regula la industria automotriz, en el que se establece que los vehículos armados en nuestro País para ser exportados a Brasil deberán tener un 30 % de sus componentes producidos en la región y que ese porcentaje deberá incrementarse paulatinamente hasta llegar al 50 % en cinco años, quizá una buena medida sería propiciar que capitales externos o nacionales se vuelquen a la producción de autopartes.

Es probable que se vea con mejores ojos, por parte del gobierno, las mega inversiones, pero para una economía como la nuestra, sería mejor volcar esos esfuerzos para respaldar industrias más sustentables y de resultados más concretos, aunque no manejen cifras siderales como alguna que tanta polémica desata en nuestra sociedad. El hierro está ahí y sus resultados llegarán ¿? dentro de varios años, las industrias instaladas que ya están produciendo, necesitan un respaldo para que sigan siendo viables. La cuestión es evaluar correctamente.

Pero no es solamente la industria automotriz la afectada, hay varias más. Además por otras razones, otras fuentes de producción están pasando situaciones muy complicadas, madera y carne, por citar las más importantes, atraviesan un período de baja producción por problemas de colocación, y no por trabas proteccionistas, sino simplemente porque los mercados internacionales se han retraído y reducen sus compras. 

Como conclusión, debemos reconocer que la crisis global ha llegado a Uruguay. También debemos reconocer que no estamos preparados para enfrentarla, porque será una crisis que se extenderá en el tiempo. El gobierno ha gestionado y obtenido créditos contingentes "para caso de necesidad", pero esos créditos respaldarán la institución Gobierno, no respaldará a muchas pequeñas industrias y comercios que quedarán por el camino, porque no tienen el respaldo suficiente para sostenerse.

Como siempre, la crisis afectará principalmente a los más desprotegidos, bajará la oferta de empleo y por ende el ingreso familiar y seguramente aumentará la demanda de empleos, al sumarse a la fila de los desempleados, los pequeños comerciantes e industriales que no podrán mantener sus empresas.

Posiblemente, aún veamos estadísticas con números del primer mundo sin crisis, con bajísimos índices de desempleo, pero los que atendimos alguna vez a un encuestador que nos preguntó si habíamos tenido alguna actividad remunerada de cualquier índole, durante la semana anterior  y que ahondamos algo en la pregunta y repreguntamos, comprobando que si hicimos una simple changa en un jardín, se nos considerará "con actividad", sabemos que esas estadísticas no reflejan la realidad. 

En consecuencia, la medida más fidedigna de la crisis, es la que realizamos diariamente al constatar la merma en la calidad de vida de nuestra sociedad. Es hora pues, que el gobierno, gobierne para el País real, enfrentando las realidades y deje de lado los intereses políticos encaminados ya en una campaña electoral.

Esta crisis que empezamos a vivir, debe ser considerada en su real medida e ingeniarse para atenuar sus consecuencias. En la voluntad política y en manos de los técnicos del gobierno, están las soluciones.

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